Cuando las elecciones se acercan son muchos los que por motivos distintos comienzan a buscar trabajo. En el Congreso lo más habitual es que los staffers sean los que, después de un tiempo en los que han ganado en experiencia y en contactos en Capitol Hill, comienzen a llamar a la puerta de los distintos lobbys que se ganan la vida en la ciudad, especialmente alrededor de la calle K.
Pero en los últimos años se ha hecho habitual que un buen número de congresistas tomen este camino, incluso de manera voluntaria, sin que estuviera en peligro su asiento en la cámara. Esta vez ha sido el Rep. Albert Wynn (D-Md.) que se ha unido a la oficina de Washington de Dickstein Shapiro. El año pasado fueron Sen. Trent Lott (R-Miss.) y Rep. Richard Baker (R-La.) que renunciaron a su puesto meses después de haber sido elegidos, con 6 años de trabajo asegurados.
En los años 80 sólo entre el 3 y el 10 por ciento de los miembros del Congreso terminaban ejerciendo como lobistas, entre 1998 y 2006 el número ha alcanzado los 300 y el porcentaje se ha multiplicado hasta un 43%.
Entre los motivos está la perdida de una elección, la decisión voluntaria de retirarse terminando su mandato, pero también hay gente que lo hace recien elegido.
Más información en este artículo de Político.
viernes, 1 de agosto de 2008
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