En principio los lobbistas somos también expertos en medios de comunicación. Sin embargo, tenemos muy mala prensa. No voy a negar que haya prácticas corruptas de lobbistas, las hay, y la ley debe perseguirlas, y estas prácticas han manchado en buena parte la imagen del lobbista.
Sin embargo, ¿por qué no se habla de los lobbies como una herramienta que favorece la realización de las leyes o la elaboración de políticas públicas? Como ha afirmado el vicepresidente de la Comisión Europea Siim Kallas, los lobbies no sólo son una realidad legítima, sino necesaria en las democracias modernas. Se trata de un elemento más que favorece la participación social en los procesos de decisión democrática.
En definitiva, la regulación del lobby que está efectuando Bruselas, no tiene únicamente la función de controlar esta actividad para evitar malas prácticas, sino también tiene como objetivo confirmar su legitimidad.
Aquí va el artículo publicado hoy por ABC
El destape de los «lobbies»ABC
LAURA VILLENA. SERVICIO ESPECIAL. BRUSELAS. Compañías privadas que tienen su oficina dentro del Parlamento Europeo. Empresarios que asesoran a funcionarios de la Comisión Europea (CE). Relaciones personales entre burócratas y consultores. Política fundida con intereses privados. Así funciona Bruselas, la capital de la burocracia europea donde se elaboran las directivas que después regularán la vida de 490 millones de europeos. La capital de los bufetes, de las consultoras, de los lobbies y de los profesionales de la persuasión que acaban llevando las leyes europeas hacia su terreno, a veces con más discreción que otras.
Pero la libertad con la que los lobbies deambulan por las instituciones europeas tiene los días contados. El próximo 23 de junio entrarán en vigor un registro y un código de conducta que limitará su participación en la CE, mientras el Parlamento prepara medidas más drásticas.
Han pasado casi 20 años desde que en los 90 empresas privadas, sindicatos, oenegés y muchos otros entes empezaron a instalarse en Bruselas para luchar porque sus intereses quedasen reflejados en las leyes comunitarias. Desde entonces, las habilidades de los lobbies para participar en el juego político se han perfeccionado tanto que ni funcionarios ni eurodiputados son capaces de identificarlos en ocasiones.
Por ello, y siguiendo el modelo americano o el canadiense, la UE se dispone a poner nombre a los lobbies. «No pretendemos cerrarles la puerta, pero queremos saber quiénes son esos consultores que nos colman de información y quién les paga por intentar orientar nuestras decisiones», afirma Monica Frassoni, eurodiputada de Los Verdes.
Este 23 de junio entrará en vigor el registro propuesto por el comisario europeo de Transperencia, Siim Kallas, en el que los lobbies podrán inscribirse de forma voluntaria con la previa firma de un código de conducta que de momento no incluye sanciones. Pero deberán declarar las cantidades invertidas por sus clientes para ser representados dentro de las instituciones europeas.
Así, funcionarios y eurodiputados conocerán, por ejemplo, si las firmas de automóviles o los sindicatos de transportes han invertido para evitar que la norma que regulará las emisiones de CO2 de los coches, una de las que más activos mantiene a los lobbies, acabe minando los intereses del sector.
Con sanciones
La Eurocámara, sin embargo, va más allá y el pasado 8 de mayo aprobó regular la actividad de los lobbies mediante tres medidas mucho más contundentes: crear un registro obligatorio con nombre y apellidos en el que figuren todos los consultores que representan a clientes ante la UE, obligarles a declarar el volumen de negocio relacionado con los intereses representados, e imponer un código de conducta común a las tres instituciones que contemple sanciones.
Desde el Parlamento se considera que el registro de la Comisión no es suficiente. «Si la CE no accede a crear un registro obligatorio que incluya sanciones lo adoptaremos para nosotros», afirma el eurodiputado socialista alemán Jo Leinen, que cree que podría estar listo antes de las elecciones del Parlamento en 2009.
En Bruselas hay cerca de 15.000 lobbies que trabajan para unos 2.500 grupos de interés. Todo un enjambre de abogados y consultores que controlan mejor que nadie, incluso que los más de 1.000 periodistas acreditados en Bruselas, la enjundiosa agenda comunitaria. De su habilidad para defender sus intereses ante políticos y periodistas depende el texto final de las directivas europeas.
Telefónica e Iberdrola
Uno de los ejemplos más evidentes del poder de los lobbies en Bruselas ha sido el proceso de elaboración de la directiva REACH, que obliga al registro de las sustancias químicas utilizadas por la industria y que entró en vigor ayer. La presión ejercida por la industria química fue tal que las más de 1.000 enmiendas presentadas -en su mayoría para satisfacer los intereses del sector químico- acabaron dando como resultado una ley que muy poco tenía que ver con la propuesta inicial de la Comisión.
Empresas españolas como Iberdrola y Telefónica, pertenecientes a la plataforma empresarial EPBS, tienen por ejemplo una oficina dentro del Parlamento y una dirección de correo electrónico de la Eurocámara, algo que «lleva a la confusión», según Mónica Frassoni, que el pasado abril pidió su instalación «en oficinas que no estén pagadas con dinero público».