Son muchas las voces que acusan a los biocombustibles por la subida de los precios de los alimentos. Curiosamente -y no sucede por primera vez- el lobby del petróleo y el lobby de los ecologistas (Amigos de la Tierra, por ejemplo) se unen para confirmar esta opinión y presionar a las Instituciones Públicas como Bruselas o el Banco Mundial.
La Unión Europea no conoce el verdadero efecto de los biocombustibles en el medio ambiente y el precio de los alimentos y, por eso, ha decidido caminar con pies de plomo. En los últimos meses, las malas cosechas, el aumento del consumo en China e India, el desbocamiento del precio del petróleo y la especulación inmoral en los mercados se han confabulado para provocar un alza en el precio de los alimentos. Sin embargo, algunos informes, como el estudio interno del Banco Mundial publicado la semana pasada por el diario The Guardian, culpan a los biocombustibles del 75% de la subida del coste de los alimentos en los últimos años.
Ante este panorama confuso, la UE ha resuelto matizar su apoyo a los biocarburantes. La Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo votó el pasado lunes una resolución no vinculante para disminuir el actual objetivo de un 10% de utilización de biocarburantes en el sector del transporte en 2020 hasta un 4% en 2015. Además, este 4% deberá incluir un 20% de electricidad o hidrógeno procedente de fuentes renovables, biogás u otras futuras fuentes no basadas en vegetales. Si la Comisión de Industria aprueba en septiembre esta propuesta, el Europarlamento revisaría en 2015 su objetivo para 2020 en función del conocimiento disponible.
La europarlamentaria socialista María Sornosa votó el lunes a favor del recorte. "La única verdad es que no sabemos qué efectos están teniendo los biocombustibles, por eso somos prudentes", admite. En su opinión, el alza del precio de los combustibles fósiles, el aumento del coste de los alimentos y la crisis de las entidades financieras han creado un embrollo indescifrable que requiere un mayor tiempo de análisis. "Es un momento de gran incertidumbre y estamos demasiado cerca de los problemas como para verlos en perspectiva; todos tenemos miedo a equivocarnos, pasarnos o no llegar", reconoce.
Una señal política
Para la también europarlamentaria socialista Inés Ayala, que asimismo votó sí a la resolución, el gesto no es un paso atrás en la política de apoyo a los biocombustibles. "No estamos, en absoluto, en contra de los biocarburantes, pero queremos dar una señal política de que es necesario incentivar los de segunda generación y no apostar de manera irresponsable por los que compiten con la alimentación", aclara. Para Ayala, los agrocarburantes se han utilizado como "chivo expiatorio" en un debate marcado por "la especulación en el mercado de futuros y los fuertes intereses del lobby petrolero para evitar la diversificación de los combustibles".
El jefe del departamento de biocarburantes del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Carlos Fernández, coincide con Ayala en señalar la demonización del sector: "Es mucho más fácil culpar de la subida de los precios a los biocombustibles que al sector energético o al fósil". A juicio de Fernández, existe una turbia campaña mediática contra el antaño petróleo verde. Y pone un ejemplo: el año pasado, el lobby alimentario de EEUU, la Grocery Manufacters Association, encargó a una empresa de comunicación una campaña que ligara en la conciencia pública la producción de bioetanol a partir de maíz con la subida del precio de los alimentos. "Es muy fácil poner a un niño hambriento en la televisión y decir que le estamos dando su comida a un coche", explica, "pero el precio del arroz se ha triplicado y no se utiliza para biocarburantes; ese argumento es pura demagogia".
Para el responsable de biocarburantes del IDAE, adscrito al Ministerio de Industria, el actual objetivo del 5,75% de utilización de biocarburantes en 2010 y 10% en 2020 es "totalmente realista".
Sin embargo, en opinión de la responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace, Sara Pizzinato, la propuesta del lunes se queda corta. "Nosotros queremos que se elimine el objetivo, porque los biocarburantes tienen muchos efectos negativos y su aportación a la reducción de gases de efecto invernadero es cuestionable", explica. La ONG demanda que se adopten criterios de sostenibilidad "exigentes" antes de fijar cifras concretas. A su pesar, los ecologistas y el lobby petrolero tienen un mismo objetivo. A esto llama la UE un "panorama confuso".
jueves, 10 de julio de 2008
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